La visión mundial de la filosofía islámica se ve enturbiada por los conflictos propiciados por intereses económicos y las diferencias culturales con los países occidentales los cuales imponen al resto del mundo su hegemonía, creando una confrontación ideológica que lleva la violencia a extremos inconcebibles que agravan el problema de intolerancia por ambas partes que propicia el conflicto cultural, desconocimiento que gravan las diferencias que los unen.
A las diferencias culturales tenemos que añadir la masificación de zonas rurales de inmigración que aumentan los casos de violencia y robo, ocupando los lugares públicos convirtiéndose en zonas peligrosas donde aumenta la inseguridad ciudadana, sobre todo en las horas vespertinas que es cuando baja actividad y existen zonas de penumbra u oscuridad.
Un problema acuciado por la crisis y la capacidad de absorción de la región, desbordada por la masificación de inmigrantes que triplican el número de habitantes, creando zonas de exclusión social que hace efecto llamada y colapsan los servicios públicos. Los cuales no pueden hacer frente al gasto, desbordados por la creciente demanda, crean un sentido de malestar en la población.
Iniciativas como las de la Junta Islámica ayudan a conocer la cultura con la que se convive y a entender mejor a las personas que forman parte de nuestro entorno en un mundo plural donde existe cabida para todos, sólo tiene que haber compromiso por parte del estado de aliviar la tensión ciudadana con políticas de integración, encontrando fórmulas que disminuyan las fricciones y alivie la concentración de inmigrantes en pequeñas poblaciones.