Platón distingue el sueño con sueños, de aquel en el que no se producen sueños, y habla de deseos reprimidos "que se despiertan durante el sueño, cuando todo el resto del alma -en su parte racional, moderada y predominante- duerme, y sale fuera la otra parte, la animal, la salvaje, que se sacia de comida y de bebida y se hace grande en el sueño, intenta descubrirse y satisfacer sus aspiraciones. En tales condiciones se atreve a todo, como si fuese libre de cada obstáculo impuesto por el pudor y por el juicio.