La naturaleza es una fuente inagotable de información y recursos, aseveración que el ser humano conoce desde sus orígenes, aunque es a partir del siglo XX cuando se empieza a extender el término de energías renovables. La alternativa a los combustibles fósiles irá cambiando la mentalidad de los ciudadanos así como las formas de aprovechar la energía de la naturaleza, energías limpias que tienen un menor impacto medioambiental y que son un complemento a las formas tradicionales de obtener energía en continua expansión y evolución, convirtiéndose en una realidad.
Una tormenta puede generar electricidad para abastecer a todos los Estados Unidos durante veinte minutos y un rayo normal alrededor de treinta siete millones de bombillas con un pico de corriente de hasta diez mil kiloamperios en un segundo, gran cantidad de energía de frecuencia inconstante que necesita ser almacenada, ralentizada y adecuada para el suministro eléctrico por medio de plantas que dispongan de una gran capacidad de almacenamiento.
Los rayos se pueden cosechar a través de dispositivos que reconduzcan la electricidad aunque predecir las tormentas es una cuestión de azar que dificulta la adquisición de la energía, quizás en el futuro los edificios dispongan de mecanismos que aprovechen la cantidad de poder que desperdicia la naturaleza para abastecer por periodos la demanda energética de las ciudades, una utopía ecológica incapaz de satisfacer la insaciable necesidad de energía del ser humano.