El verde predomina en toda la cornisa cantábrica al ser una zona donde abundan las precipitaciones, aunque es en Taramundi donde la intensidad del color adquiere una tonalidad clara llena de vivacidad tornando a verde manzana, colmado de vida inunda cada rincón de biodiversidad.
Con aire puro se entremezclan los olores del bosque que acoge en su seno el transcurrir del agua, haciendo girar las aspas del molino del museo, mientras en la orilla del río transcurren sendas que adentran al caminante en el corazón del bosque.
El pequeño pueblo ubicado en una pendiente tiene una cuidada estética que preserva su identidad, con casas de piedra y tejados de pizarra, encopetado con orgullo linsojea al turista con artesanía. La cual centra su actividad en cuchillos y navajas.