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viernes, 17 de julio de 2009

El nacimiento de la celebración cumpleaños

La celebración de un cumpleaños se remonta al tercer milenio antes de Cristo: el de Menes, fundador de Menfis, tras unir este faraón de Egipto el Alto y Bajo imperio. Asistieron los esclavos ese día con hombres libres y dignatarios. Milenios después fueron notables los fastuosas fiestas con motivo del cumpleaños de Marco Antonio, organizadas por Cleopatra IV, efemérides recogida por el griego Plutarco en el siglo I. En Egipto y Babilonia se celebra el cumpleaños de los varones de la realeza y el de la reina, pero era tabú celebrar el de los niños y mujeres. Las clases inferiores conmemoraban sólo el aniversario de la muerte.
Los romanos se hicieron eco de esta celebración, e institucionalizaron el de las autoridades como fiestas nacionales. El Cristianismo acabó con aquella costumbre: no veía nativos de alegría en haber venido a este lacrimarun valle, del que lo mejor era salir cuanto antes para alcanzar la vida perdurable, por lo que se conmemoró el día de la muerte como el del nacimiento a una vida de bienaventuranza. Se consideró el cumpleaños como un resto pagano enraizado en el mundo egipcio y griego. Así, cuando se quiso fijar la fecha del nacimiento de Cristo, para celebrarlo, el papa San Fabián lo consideró acto sacrílego y dijo que no se podía comparar a Cristo con un faraón. Ya en el siglo IV se cambió de actitud, naciendo así la primera Navidad el 25 de diciembre del 440. En el XII se comenzó a registrar los nacimientos en las parroquias europeas, y el pueblo empezó a celebrar el cumpleaños. Ya entonces era parte del ritual festivo apagar las velas del pastel de un soplo con la habitación a obscuras.