Internet nadie lo posee ni la controla, dejando a criterio del usuario la emisión y la recepción de información, al ser un conjunto descentralizado de redes de comunicación que interconecta equipos informáticos por medio de dispositivos físicos. Que comparten datos y recursos.
Son los proveedores de servicios los que gestionan los datos de los usuarios según las leyes de los países donde están afincados y en los que operan, controlando el flujo de información así como los el rastro que deja el internauta cada vez que opera en la red, pudiéndose compilar.
La información es mercadería y como tal tiene un valor económico que aporta beneficios al que la gestione, siendo un bien que se manipula para configurar un perfil que proporcione una idea exacta de las personas, para enfocar los datos hacia la actividad que desarrolle el que los posee. Un ejemplo claro son los buscadores que utilizan las preferencias de la navegación por Internet para gestionar la publicidad, facilitando el anuncio en función a los gustos del usuario.
Cada vez que se sube un archivo, foto o se crea un contenido este queda latente en un limbo online, al acceso de cualquiera, en muchas ocasiones aunque se borre en los servidores permanece una copia. Con el derecho al olvido, se da al usuario dominio completo en la gestión de sus contenidos.