La ironía es una marca de prerrogativa de la exégesis del actor que convierte los personajes en sujetos interesantes con un toque mordaz, aspecto ácido del ser humano que revela en cierto grado la insensibilidad ante la maldad de los congéneres, aprovechado por el director americano.
Toque teatral que le da el punto justo de humor necesario para quitarle dramatismo a la parodia sobre la segregación racial, contrapunto ingenioso que convierte un tema muy serio en algo asumible para el público, adaptando a los tiempos actuales un argumento universal.