Las agresiones son protagonizadas en la mayoría de los casos por alguien de la misma clase que la victima, normalmente de la misma edad.
La negación del uso de esa violencia escolar traspasa, asimismo, a los propios agresores. A los padres de estos les cuesta asumir que su hijo pueda ser autor de un comportamiento cruel con sus compañeros de colegio.
Uno de los males más comunes entre los niños y adolescentes que padecen acoso en la escuela es, precisamente, su aislamiento. Estos son agredidos por que presentan una discapacidad física o psíquica, una apariencia física concreta que llama la atención, que son de otra raza, de distinta ideología, que sufren dificultades motrices o intelectuales o, que están aislados del grupo de influencia del agresor, suelen ser los colectivos más vulnerables. En definitiva el único criterio a seguir por el agresor es que es diferente.
Hay que tener una disposición mental que busque, mire y comporte los aspectos positivos con los niños. Aunque le digamos que los queremos si sólo oye hablar de lo que hace mal y nada sobre lo que lo hace bien, no podrá sentirse amado.
Para evitar este tipo de comportamiento tenemos que conocer a nuestros hijos y resaltar los valores básicos de convivencia y respeto. Motivar la cooperación con los demás, la solidaridad con el débil y el respeto de la autoridad, somos nosotros los padres el ejemplo a seguir, dependen de nosotros para mejorar la sociedad.