La vida es, después de todo, un regalo complejo, un ensamblaje casi imposible de biología, química, electricidad e ingeniería que se suma a un todo maravilloso, mucho mayor que la suma de sus partes. El universo entero se dirige hacia el caos. Vistas todas las fuerzas que trabajan para él, es una maravilla que estemos vivos y que la mayoría vivamos tanto y tan bien. Por eso deberíamos apreciar nuestra salud con el respeto que se merece, en lugar de darla por sentada.
Cuando hacemos este planteamiento, cuando pensamos en el regalo maravilloso que es nuestra salud y nuestra vida en el contexto de las casi incomprensibles fuerzas del universo que nos atraen hacia el caos, nos reorientamos, nos imbuimos de un profundo respeto por el intrincado e inmensamente bello diseño de la vida en la tierra. La vida creada y recreada, una y otra vez a través de millones de años de ensayos y errores. Algo tan complicado y tan exigente que debe ser un trabajo de amor.
Cuanto más aprendemos sobre el origen y el desarrollo increíblemente, inmensamente variado y, a la vez, simple de la vida en la tierra, más nos parecen estar ante un milagro, un milagro que está todavía revelándose. El milagro de la evolución.