Desde tiempos remotos existió la costumbre de enterrar a los muertos con sus vestiduras, frecuentemente con las más valiosas que hubieran usado, y de incluir en las sepulturas vestidos destinados a la vida de ultratumba.
El arte textil se muestra, pues, pujante en Egipto desde épocas primitiva. La aplicación de la trama de lana se inicia en el período del Egipto helenístico; por medio del contraste de gruesos distintos entre la urdimbre de lino y la trama de lana, queda disimulada aquélla debajo de ésta, sutilmente hilada y sólidamente fijada, novedad técnica cuya invención se adjudicarán los sirios, quienes se acreditan asimismo como manipuladores de gran estilo en el artístico colorido de las lanas con variados y armoniosos matices, entre ellos el tinte púrpura, tan estable, que les da fama mundial.
La tradición artesana también adopta nuevas formas. La clásica disposición ornamental de los ropajes coptos se transforma e influye en los ropajes islámicos, cuyas orlas se desarrollan cada vez más. Aunque la sutileza de la textura no ha permitido que ésta se conservara, sino en forma muy fragmentaria, la seda, con sus aplicaciones de matizada irisación, conserva, sin embargo, en su estampado la delicada inspiración de su creador.
Los tejidos han sido elaborados por multitud de pueblos, los cuales por medio de los diferentes bordados las convierten en verdaderas obras de arte, en tesoros que al igual que los cuadros tienen su sitio en museos, exposiciones y galerías de arte. Porque no deja de ser una expresión artística de los pueblos que proceden y una extensión de su cultura perdida, que perduran en el tiempo a través de las diferentes telas que adornaban templos, vestían sus gentes…