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domingo, 8 de febrero de 2009

La ascensión en Oviedo, semblanza de una tradición

Oviedo es la capital de Asturias, su centro administrativo, comercial, cultural, histórico-artístico... No obstante, y por extraño que parezca, esta moderna ciudad del siglo XXI nunca ha perdido de vista sus orígenes que son los mismos que los de la región, cuya vida ha discurrido al amparo de las labores y tradiciones propias del campo.

Y es que el campo en Asturias ha sido su célula madre embrionaria dotándola de recursos naturales que la población ha sabido explotar sabiamente para garantizar su evolución y supervivencia.

Hasta el siglo XVIII “EL CAMPO” en Oviedo ha configurado gran parte de su existencia; valga como ejemplo el Campo de San Francisco que se extendía por el este, mucho más allá de sus actuales límites.

En las manchas boscosas que rodeaban la ciudad, se alzaban numerosos robledales cuyos frutos eran aprovechados por las abundantes piaras traídas de otros entornos rurales con motivo de las frecuentes ferias y mercados porcinos que en aquellos se celebraban.

No escapa Oviedo pues a esta relación de estrecha convivencia con el campo. Ya desde los romanos y hasta el siglo XVIII, la “Vetusta de Clarín o Pilares de Pérez de Ayala” ha sido descrita por plumas ilustres como una ciudad con abundante arboleda siendo las especies más frecuentes el álamo, la encina, el castaño, el haya, el fresno, el chopo, o el Carballo, árbol totémico que ha dado nombre a sus conciudadanos.

Tal es así, que Oviedo puede congratularse de ser una de las pocas ciudades que forman parte del refranero gracias a otra de las especies arbóreas: el cerezo. “Por la Ascensión, cerezas en Oviedo y trigo en León”.

Decía Fernando Señas en su descripción sobre la ciudad: “El pequeño casco señalado por la torre de la catedral, era un islote urbano rodeado de aldeas”...

Y afirmaba el mismo autor que Oviedo nunca ha perdido de vista al campo. Hoy más que nunca en Oviedo convive junto con la modernidad el férreo espíritu carbayón de ser celoso amante de las tradiciones populares.

Estas tradiciones centenarias, se ponen de manifiesto en la ciudad cada primavera con la celebración de la Feria de la Ascensión. Es entonces, cuando Oviedo se convierte en la expresión genuina de la cultura del campo asturiano en sus diversas manifestaciones folclóricas, artesanas, agrícolas y etnográficas.

Ya en el siglo XVIII Oviedo contaba con las ferias de ganado más importante de la región, celebrándose una en primavera (La Feria de la Ascensión) cuando los ganaderos ajustaban sus rebaños en relación con la capacidad de sus pastos, y dos en otoño (las de San Mateo y Todos los Santos) estás ultimas ya desaparecidas.

La Feria de la Ascensión es la única pues que ha sabido mantenerse hasta nuestro tiempo y hoy en día es la más popular y concurrida pues a ella acuden millares de personas procedentes de toda Asturias así como de la regiones limítrofes de Galicia, Cantabria y Castilla-León.

¿Qué ofrece pues la Ascensión para erigirse año tras año en permanente cita de multitudes.? La Ascensión es una atractiva ocasión de realizar un viaje al pasado, de conocer profundamente todas las Asturias, de recorrer cientos de kms de su territorio, de indagar en los misterios y secretos guardados celosamente durante siglos, de intimar con su peculiar carácter, de impregnarnos con su fragancia y en suma de entablar amistad con aquello llamado patrimonio cultural que nos acompaña, nos pertenece, nos enseña y que debemos conservar para transmitirlo a nuestras generaciones futuras.

No podía faltar pues en la Ascensión la celebración del MERCADO rescatado de sus orígenes medievales, y es a esa época tan lejana a la que se dejan transportar visitantes, ovetenses y foráneos cuando visitan “Mercau Astur” que durante el fin de semana festivo se desarrolla en las calles peatonales del casco antiguo de la ciudad.

En las calles, cubiertas de paja para la ocasión, se extienden los puestos rústicos de los vendedores/as de frutas, pescados, ungüentos, vela, alpargatas, bordadoras, vendedores de licores, de flores, cartománticos, tratantes de ganado, etc... Además, por el discurrir del mercado moredean y se dejan avistar al trasgu, la xana, el cuélebre, que tanta influencia han tenido en la cultura asturiana popular. Personajes mitológicos unos y personajes, a su vez populares los otros que nos hacen creer a los que allí nos encontramos que formamos parte de la tripulación en un viaje sin retorno al pasado.

En la Ascensión se deleitan los sentidos con las exposiciones de los Auténticos Productos Asturianos: la miel, los embutidos, la sidra natural, las fabas, los productos de la huerta, sin olvidar los afamados quesos de los que Asturias atesora más de una veintena, todos diferentes y con una impronta propia; Queso Cabrales, Gamonedo, Casin, Afuega el Pitu, Queso de las Peñamelleras, Queso Urbiés, Genestoso, la Peral, de Oscos, de Bola y Queso Fuente son algunas de las especialidades.

Difícilmente podrá el visitante evadirse del sentimiento de añoranza que le embargará con la contemplación de los más variados y curiosos Oficios Artesanales, los cuales, afortunadamente, se resisten a quedar relegados en el olvido del tiempo.

Difícilmente podrá el visitante evadirse del sentimiento de añoranza que le embargará con la contemplación de los más variados y curiosos Oficios Artesanales, los cuales, afortunadamente, se resisten a quedar relegados en el olvido del tiempo.

Oficios pequeños en dimensión aunque grandes por su naturaleza de arte sencillo nos han dejado muestra de la inteligencia del buen hacer y entendimiento del asturiano con su medio natural. La existencia de herreros, torneros, canteros, madreñeros, hilanderas, bordadoras, malleras, curtidores, etc... son el mejor testimonio de lo que ya avanzaba el insigne Jovellanos en su tiempo: “nada de cuanto es necesario para el uso de la vida sencilla deja de labrarse y construirse por estos naturales”.

Una festividad como la Ascensión, de eminente carácter rural, no sería completa sin la expresión del folclore popular de la región siempre vinculados al “son de la gaita y el tambor”. La riqueza y variedad de los grupos folclóricos y bandas de gaitas asturianos llenan de contenido la programación del Festival Folclórico, en el que más de un millar de gaiteros y bailarines desfilan por las calles céntricas ovetenses, y alegran sus plazas y paseos peatonales con la interpretación de bailes y danzas ancestrales originarias de cada rincón de la llamada cariñosamente “tierrina asturiana”.

No obstante, y dado el espíritu alegre del asturiano, se constata la existencia de otros instrumentos melódicos de gran fuerza como el violín y la zanfoña, la pandereta, el bombo ó los hierros, que sonaban por ferias y mercados. Y éste ha sido el origen y justificación de celebrar en la Ascensión la Feria de Luthiers como museo etnográfico vivo, ya que se contempla “in situ” la realización de este oficio y se disfruta al mismo tiempo de la interpretación de los antiguos instrumentos, unido a sus formas peculiares, así como a sus tonalidades, despiertan la curiosidad del público visitante.

Bien es sabido que toda celebración festiva ofrece un menú típico que suele ser elaborado en base a los productos propios de la estación y en esta fiesta primaveral no podía faltar el delicioso y a la vez, digestivo Menú de la Ascensión, compuesto de:

Menestra del Tiempo
Carne Gobernada al estilo de Oviedo
Tarta de Queso con Cerezas

Los restaurante ovetenses ofrecen en sus cartas este sustancioso menú que hace honor a la merecida fama del buen paladar asturiano, y ocupa un destacado lugar en la oferta gastronómica de la ciudad.

El carácter solemne de la festividad y sin duda, el que aporta el verdadero sentido de su celebración, es el “Acto Oficial del Paisano y Paisana del Año” con el que se reconoce la entrega del campesino/a a su tierra, dedicándose en “cuerpo y alma” a la realización de unas condiciones bastante precarias.

El acto de entrega de galardones se complementa con la práctica y Exhibición de los Deportes Rurales Autóctonos, como la corta de tronco con hacha ó tronzon, la carrera de lecheras, el tiro de cuerda, etc en los que sobre todo primaba la fuerza y agilidad del hombre rural asturiano.

La Ascensión reúne pues una oferta completa de ocio, cultura, tradición y gastronomía, condiciones idóneas para que la misma reciba el merecido reconocimiento de “Fiesta de Interés Turístico Regional”, por los interesantes atractivos turísticos que la misma ofrece.

Aprovecho, pues esta breve descripción de la Feria de la Ascensión, para apelar a los entes promotores del Turismo asturiano para que faciliten su inclusión en la oferta turística de la región, plasmada en las ferias de turismo que se celebran anualmente en España, entre las que destaca la Feria Internacional del Turismo (FITUR), así como aquellas en las que el Principado participa en el exterior donde los valores culturales tradicionales son muy estimados y potenciados, como así ocurre en Alemania, o en aquellos países o regiones europeas con los que compartimos la cultura celta como la Bretaña francesa, Irlanda o País de Gales, entre otros.

Autor Javier Batalla.