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miércoles, 30 de julio de 2014

Experiencias tecnologías encadenan la voluntad


Cuando se vive al lado del mar no se aprecia porque es algo cotidiano pero después fuera de su influjo empiezas a darte cuenta de su embrujo, extrañas el olor del salitre, la fina arena húmeda entre los dedos de los pies y la cálida brisa del amanecer acicalando el cabello; sensaciones indescriptibles que hacen perder la noción del tiempo en un espacio intemporal donde el único reloj que corre es el biológico.

Todo es tranquilidad y paz el único desasosiego que se produce es aquel que trae la propia persona, aunque con el tiempo se apacigua para ponerse en paz consigo mismo, serenado por el sonido de las olas y perdido en la inmensidad del horizonte todo empieza a cobrar sentido.

El verano da la oportunidad de ir en busca de tan placentero entorno y encontrarse después de un año ajetreado, retomando hábitos que recuerdan la necesidad de embriagarse de sensaciones, lejos de las experiencias tecnológicas que encadenan la voluntad humana.