Los niños cada vez son más inteligentes e intuitivos con respecto a generaciones anteriores que no tenían el desparpajo y las capacidades de las que gozan en la actualidad, aptitudes innatas que hacen que sean más receptivos y procesen con más rapidez la información que les llega, asimilando conceptos que en otras épocas eran incapaces de entender.
Competencias adquiridas de forma espontánea que nadie se las enseña despiertan en ellos el ansia de conocer la multitud de posibilidades que les otorga la vida en una continua escalada de experiencias y sensaciones, ávidos por experimentar viven para disfrutar con intensidad cada momento a la vez que se llenan de las sensaciones percibidas, emociones gratificantes que expresan a través del juego.
Contestaciones y racionamientos que sorprenden por la sagacidad de las respuestas con conclusiones propias que colorean la realidad con una imaginación desbordante llena de creatividad, superior a los de sus antecesores que estaban limitados por la información y las condiciones sociales de la época, barreras que impedía un mayor desarrollo cognitivo.