Todos necesitamos creer en algo y todos queremos creer en algo que sea más importante que nosotros mismos.
Cualquiera que ponga una cuestión nuestras convicciones se ve sometido inmediatamente a una estrecha vigilancia, y a menudo se le califica de hereje. En muchas ocasiones los científicos e investigadores son ridiculizados por atreverse a sugerir que nuestras creencias de tantos años ya no son válidas.
Todos tenemos pautas de percepción selectivas que nos permiten ver las cosas como dicen nuestras creencias en lugar de cómo son en realidad. Construimos estructuras o esquemas mentales que nos permiten organizar y simplificar la información que tenemos a nuestro alrededor. Estos modelos los aplicamos a nosotros mismos, a otras personas, a lo que nos gusta, y no nos gusta, ya casi todo lo que hacemos.
Los esquemas actúan como filtros que nos permiten o nos impiden ver los diversos elementos de una situación; respaldan nuestras convicciones de cómo debería ser algo que vemos.