Natalie Portman interpreta la bailarina principal de la compañía New York City Ballet en la producción del Lago de los Cisnes que vive con su madre, una ex bailarina que dejo su carrera a los veintiocho años para tener a su hija Nina, la cual protege demasiado no dejándola madurar.
La lucha psicológica comienza en la interpretación de dos papeles antagónicos, la sensibilidad y fragilidad del cisne blanco y la contradicción y el descaro del cisne negro, pugnan por el control de la personalidad del artista en conflicto con su fuero interno.
El espectáculo exige a la artista entrega total en la ejecución del ballet que procesa con dedicación, movimientos gráciles que no llegan a exteriorizar la fuerza intrínseca en la escenografía, atormenta a la protagonista en la búsqueda de la perfección. Que ensaya con fervor, alentada por el director de la compañía sitúa al límite la resistencia de la persona para sacar el potencial de la bailarina reprimida por la disciplina, ocultando en el interior la pasión contenida que manifiesta en la culminación de la representación con un gran coste personal.