El desalojo a la fuerza de los manifestantes por una democracia real muestra la gran represión social y el recorte de derechos que vive la sociedad española, en un periodo de esterilidad democrática, llena de opacas intenciones electoralistas.
La indignación ciudadana repulsa la actuación policial y recrimina a través de las redes sociales el desalojo de los manifestantes, escudándose en la nocturnidad para minimizar el impacto mediático, reprimiendo las protestas con la mordaza de la opresión.
A lo largo del territorio español se suceden las protestas en contra de la represión que tiene sometido al pueblo, irritado alza la voz en busca de una alternativa de gobierno y una solución a la crisis industrial que arremete con cifras desorbitadas de paro, una situación insostenible.