El número de muertes en Haití asciende a más de dos mil muertos y más de noventa mil contagiados, en una población diezmada por la falta de recursos tenemos que añadir el cólera, una enfermedad infecciosa que se propaga con gran virulencia por las zonas limítrofes.
Los informes apuntan a que el brote se originó en el campamento de la ONU y que fueron los cascos azules los que importaron la enfermedad, concretamente los nepalíes. Si es así se tienen que depurar responsabilidades y poner a disposición del país todos los medios necesarios para frenar la epidemia, restableciendo la normalidad en la zona.
La ayuda en toda catástrofe es inestimable pero se tendría que abordar de otra forma para que estos hechos tan infortunados no se vuelvan a repetir, tomando una serie de medidas y protocolos, con el fin de proteger a la población. Ofreciendo a las autoridades ayuda, pero dejando a ellos la gestión de reconstrucción y suministro de víveres, así como el rescate y cuidados de los damnificados.