Las perversiones del comportamiento y fantasías degenerativas son las fuentes de inspiración de la filmografía de terror, alimentadas por la denigración de las personas a través de actos vejatorios. Y reflejadas en el cine mostrando la más horrenda crueldad, imposible de imaginar, para crear arte induciendo terror al espectador. Atónito e impotente, impasible en sus butacas, mientras disfruta del sufrimiento ajeno.
Los límites del terror son inquebrantables porque pueden desembocar en pánico, ocasionando trastornos en las personas, pese a eso siempre se intenta transgredir los limites. Conjugando el horror, la repugnancia y la aversión, en un género que sobrepasa la racionalidad.
La influencia negativa de este género es especialmente dañina en mentes frágiles o inmaduras, afectando negativamente al desarrollo emocional o incluso alterando la personalidad, por eso en algunos países están prohibidas estas películas.
Sufrir, un acto lúdico, que el cine utiliza para exponer los argumentos más tétricos. Induciendo a la reflexión o sometiendo al masoquismo, en un mundo donde la aberración es arte y la tortura un modo de vida.