El fallo del tribunal iraní con la pena de horca para Ashtiani por asesinato, conmutada por la condena de lapidación por el delito de adulterio, es una maniobra política y un linchamiento público que persigue la ejecución de la mujer.
La campaña de desprestigio y las declaraciones contradictorias, demuestra la persecución a la que esta sometida, en un régimen autoritario.
Una ejecución es un asesinato, da igual que lo ejecute el gobierno y lo promulgue el pueblo o viceversa. Convierten a mujeres injustamente condenadas en mártires del siglo XXI, estandartes de la revolución social y abanderadas de las injusticias humanas.