A la vida hay que ponerle corazón e ilusión, así como a todas las cosas que se hacen, porque sino carecen de pasión.
Uno ha de entregarse en cuerpo y alma a la tarea que quiere realizar, porque sino será una de tantas.
Tenemos que buscar e intentar hacer lo que estemos haciendo, con entrega, como sí fuera la última cosa de nuestra vida. Da igual lo insignificante de la tarea, de lo escondido de nuestros actos, porque siempre hay alguien que los ve.
Lo que hacemos es nuestra mayor recompensa, porque sabemos que ponemos todo nuestro empeño y eso a la larga nos satisface, viendo recompensado todo nuestro esfuerzo.
Una persona es lo que hace y a lo que se dedica. Nuestra vida es calificada por la suma de nuestros actos, y al final de ella son los que nos definirán ante los demás, mostrando nuestra verdadera esencia. Y reflejando nuestro valor humano ante los ojos de los demás.