El término demencia es aplicable a un número considerable de enfermedades que tienen en común la pérdida de facultades superiores y la alteración de la conducta del enfermo.
La diferencia fundamental entre deterioro y demencia reside en que nos encontramos ante situaciones cualitativamente distintas, y no es posible situar a una persona demente dentro de habilidades, cosa que sí es posible cuando se trata de un sujeto deteriorado pero no demente.
Desafortunadamente, la mayoría de demencias evoluciona de manera progresiva en el sentido desfavorable.
Las personas con demencia son personas dependientes que necesitan cuidado diario por parte de un cuidador, una persona equilibrada y sepa administrar los cuidados necesarios que tiene que aplicar al enfermo, para que este tenga una vida digna.
La vida del cuidador es ardua, callada e inapreciable por los demás, pero se basa en el amor y la dedicación abnegada por el bienestar del enfermo, un trabajo duro que consiste en un desgaste y sacrificio personal y continuo.