Suele ocurrir de forma muy constante que los cometas, cuando se dejan de ver, van seguidos de desgracias. Algunos piensan que ciertas constelaciones tienen influencias maléficas e ígneas que vierten sobre los cuerpos sublunares, infectándolos y provocando la esterilidad de la tierra y, consecuentemente, el hambre y la muerte.
La preocupación de nuestros antepasados por el tiempo generó una abundancia de dichos y refranes meteorológicos, más o menos acertados que engrosaron una copiosa literatura de almanaques y calendarios. Su estudio abre un amplio campo a la reflexión etnológica y social.
Las profecías de Nostradamus, han sido fuente inagotable de predicciones astrológicas que figuran en cualquier almanaque. Estas profecías, se pueden interpretar, aunque en algunos casos, esta interpretación podría ser múltiple, a tenor de lo escueto y rígido de la construcción de los versos.
El hombre desde la prehistoria a nuestros días, ha fantaseado e imaginado multitud de elucubraciones y teorías, muchas de ellas basadas en el propio hombre. Otras alimentadas por la inmensidad del firmamento, así como, su lejanía y misterio acrecentado por religiones, el arte, la literatura, el cine… mostrando la inquietud que siente el ser humano, ante la inmensidad del universo.