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viernes, 7 de agosto de 2009

Intercambio de ideas

Ser consciente de uno mismo equivale a ser consciente de lo que no es uno mismo. La existencia más allá de la propia mente también existe. Sea por tanto el resto del universo. Supongamos, además, que la mente y el resto del universo pueden influirse mutuamente. Sea entonces una mente y el resto del universo.

Una idea puede regresar a la mente muy cambiada por el solo hecho de haber salido a dar una vuelta por su resto de universo. Imaginemos, además, por un momento, que en ese resto de universo habita como mínimo otra mente. El salto podría ser entonces enorme porque una mente podría influir sobre la otra, o sea, dos mentes quizá sean capaces ¡de intercambiar ideas! Una mente que intercambia ideas hace algo más que pensar. Sólo hace falta que haya alguien más por ahí…

La red de influencias mutuas y de conocimientos cruzados es ahora mareante. Es, simplemente, la complejidad de la realidad que vivimos, el conjunto de todo lo que es y todo lo que ocurre. Buscar algo común que compartir en esa compleja maraña plantea la posibilidad de una nueva actividad mental, una actividad añadida a la de pensar, conocer y reflexionar. Se trata justamente de aquello para lo que se piensa, se conoce y se reflexiona: es la actividad de comprender, de comprender la realidad.