La gente moderna están encarnados por, en, la juventud. La subjetividad humana funciona entorno al ideal de ser joven, ser guapo, ser muy eficiente. Olvidando y no reconociendo que su turno esta por llegar.
Después de los cincuenta, es tanto social como en lo biológico donde se juzgan las posibilidades, luego las concesiones y después las prohibiciones decididas por uno mismo o impuestas por el exterior. Para terminar por entrar poco a poco, gradualmente en el aislamiento, obligados a sonreír, pues sabe, o adivina el precio de la soledad cuando los verdaderos amigos se van descolgando a su vez.
A medida que la afectividad de los ancianos se debilita, su sensiblería se acrecienta y agradecen la visita de los nietos que hacen vivir, a veces revivir. Son el tesoro de la transmisión de la vida, a la vez que la excusa para seguir viviendo.