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martes, 22 de agosto de 2017

Pescador terrestre

Imagen Wikipedia
Al mirar por la ventana podía observar la belleza de la naturaleza, verde, fresca y revitalizante de embriagadora presencia; todo un festín para los sentidos que cada día genera percepciones indescriptibles que producen sensación de bienestar.

Con aquel paisaje y ese aire puro lo más natural es abrir la ventana, dejar entrar la luz de la mañana, el frescor del atardecer, percibir la belleza del crepúsculo desde el confort del hogar; dejándose emocionar por todo elenco de placidas emociones.

Todo es perfecto hasta que la naturaleza deja de estar a distancia, separada por la línea de la comodidad del domicilio y decide pasar al interior. Dípteros y diversas criaturas invertebradas traspasan las fronteras del hogar para crear su propia realidad. 

Mientras tanto en el quicio de la ventana un artrópodo confeccionaba su morada con sigilosa diligencia y perfecta confección, estructura de seda casi inapreciable a la vista que construía sus hileras en impecable simetría; arquitecto de la naturaleza que tejía una trampa mortal para atrapar su alimento. 

Pequeño pescador terrestre que con su red captura su alimento e imposibilita a las diversas criaturas traspasar el umbral de la venta, colarse al interior del hogar, simbiosis que proporciona una sociedad involuntaria que hace que pueda disfrutar de la belleza de cada día de forma natural sin tener que recurrir a subterfugios químicos.