Cuando paseamos admirando el paisaje y edificios vemos entorpecida nuestra mirada por los diferentes elementos urbanos: tendido eléctrico, señales, farolas...; todo impide disfrutar de la belleza estética de las cosas que envuelven de serenidad el entorno cotidiano.
Belleza estética que es mermada por la mala distribución de los diferentes elementos, regidos por la modernidad, no atienden a otros parámetros más que a la urgencia, necesidad y mala distribución.
Criterios válidos años atrás pero insuficientes para el siglo en el que vivimos al evolucionar la sociedad, aunque no lo haga el pensamiento político, el cambio de mentalidad es necesario para crear progreso y apostar por el futuro.
Es el momento de no vivir de rentas y renovar paulatinamente la visión funesta que existe del patrimonio cultural, oculto tras diversos elementos y estructuras, desmerece la apariencia hermosa de nuestros paisajes.