El verano es sinónimo de vitalidad, eso se refleja en el estado de ánimo general, propicio para dejar salir la alegría a través de la música; hilo conductor de la vida que colorea el ambiente y despierta el espíritu.
Incita a soñar pero también a sociabilizar en una época donde todo el mundo está más predispuesto a conocer gente, llevados por el buen rollo, muestran todos sus encantos para seducir la mirada e invitar a conocerse.
Como en el baile el lenguaje corporal induce al cuerpo a contonearse al ritmo de la música, provocando un estado de euforia natural que despierta a la persona del aletargo estacional, hace necesario disfrutar después de haberse contenido por la rigidez de la rutina diaria.