Muchas grandes superficies derrochan energía como si con ellos no fuera la crisis económica en un momento donde la tarifa energética sube cada vez más los precios para los usuarios, despilfarro que se podría restringir con sencillas medidas, beneficiosas para clientes y empresas. Ahorro que se podría materializar en rebajas en los productos y servicios.
La calefacción muy alta agobia a los clientes que vienen abrigados de la calle en invierno y en verano los grados están muy bajos con respecto a la temperatura del exterior, desfase que provoca enfermedades por cambios bruscos en la temperatura, evitables con una adecuación térmica de los establecimientos.
Las cámaras frigoríficas en la mayoría de los supermercados están abiertas en vez de tener un cristal protector para evitar la pérdida de frío, convirtiendo los pasillos donde se encuentran ubicadas en grandes neveras, perjudiciales para los clientes y personal que trabaja en los establecimientos.
Con el ahorro de energía además de ofrecer un mejor servicio a la comunidad contribuye a ser más respetuoso con el medio ambiente sin que suponga para la empresa un coste adicional, sino todo lo contrario, aprendiendo así a economizar para convertir el negocio en un modelo sostenible y eficiente con los recursos que maneja.