Se despide el payaso de la tele con una sonrisa nostálgica en varias generaciones de niños que han crecido con entrañables recuerdos alegres, llenos de momentos graciosos y canciones pegadizas que han iluminado los centelleantes ojos de incredulidad infantil, fascinados por la ilusión y magia del circo.
Época difícil caracterizada por el nacimiento de una televisión más participativa donde los protagonistas interactuaban a través de la pantalla con el espectador, incitando a jugar y cantar, coloreando un mundo donde el gris era el color predominante en una sociedad posfranquista.
Bases que han cimentado los programas infantiles actuales con todo un sinfín de posibilidades donde el juego es el principal entretenimiento divulgativo, ocio que ha ilustrado una época carente de lujos materiales pero sobrada de ilusión y fantasía que poblaba la mente de grandes sueños, suplían otras carencias que en la actualidad los niños dan por sentadas.