Las multitudes irregularidades en los juegos olímpicos cometidos desde sus inicios por controversias suscitadas por decisiones arbitrarias empañan la gestión de Londres en estos juegos olímpicos, situaciones claras que claman al cielo se suceden en las diferentes disciplinas a pesar de las reclamaciones, propiciando un clima de malestar.
Tensiones al margen del deporte que desvían la atención de las distintas competiciones con actuaciones que restan protagonismo a las olimpiadas, convirtiéndose en una decepción continua para el espectador que ve como circunstancias ajenas al torneo influyen en el rendimiento de los atletas, incomodados por la organización.
Cúmulos de circunstancias que han servido para desvirtuar las olimpiadas carentes de atractivo con un nivel competitivo inferior a otros juegos, rebajan las expectativas del evento falto de emoción, protagonizado por circunstancias extra-deportivas.