El proyecto común vive la primera prueba de su corta historia en un marco económico complicado donde la especulación es la gran beneficiaria de la crisis y el artífice de los problemas inexistentes de solvencia, incremento de la prima de riesgo que hace que la deuda de los países se venda a precios elevados, convirtiéndose en un quebradero de cabeza para bancos y políticos que no saben como conformar la avaricia de los mercados.
La solución parte por restringir la especulación con medidas que dificulten las fluctuaciones y restrinjan las transacciones, retraso en las operaciones bursátiles que impida grandes cambios en la bolsa de forma repentina, llevados por el pánico o información errónea.
Mecanismos de control que no impidan operar pero si especular con elementos que hagan tambalear el equilibrio mundial con la creación de una serie de directrices que sirvan de modelo de buenas prácticas en el sector, fijación de barreras que asegure la estabilidad en materias primas destinadas a la alimentación, equilibrando las cuentas para que todos puedan acceder a los alimentos de forma justa.