Con la globalización las empresas disponen de sedes en sus países de origen pero el grueso de los negocios emigran a otros territorios, en busca de nuevos mercados, expandiendo las oportunidades de comercio a regiones subdesarrolladas o envías de desarrollo. Donde el coste de la productividad es más bajo, debido principalmente al importe de los salarios.
En contra partida el gasto de los sueldos en la residencia fiscal de la industria se reduce, contratando personal inmigrante que supone un coste inferior al autóctono y reduciendo plantilla, esto aumenta las ganancias de la compañía con un precio laboral que tendrá que sufragar el estado.
El modelo productivo actual esta desequilibrado, existiendo una descompensación entre los ingresos por el trabajo y los gastos por desempleo, que origina un déficit en las arcas públicas que van en detrimento del provecho social. Debido a la mala gestión de la red productiva del país que propicia que prime el interés particular sobre el público, un error de gestión que repercutirá en los recortes de los derechos de los trabajadores y en la reducción de las ofertas de puestos de trabajo, invirtiendo el modelo productivo.