La información esta disponible, sólo hace falta buscarla y usarla. La correcta utilización depende de los medios que la facilitan y de las personas que acceden a ella, un código ético inexistente y una ley ineficaz regulan la intimidad de los internautas.
Con el escándalo de WikiLeaks se abre un mercado público y gratuito de información, un soporte que facilitará la proliferación de otras plataformas, donde prima el contenido de procedencia cuestionable.
La veda se ha abierto y comienza la caza. El canibalismo mediático prolifera en un mundo salvaje donde todo vale y los usuarios estamos en medio, somos los grandes beneficiados y perjudicados de nuestra propia ansia de información.