Los dramas humanos son la cruz de una sociedad donde prima el dinero y las intenciones supeditadas al interés material nublan las verdaderas intenciones, aunque legítimas se tergiversan por la cuantificación económica del daño, no existiendo justicia que repare la herida moral ocasionada por el dolor de una tragedia.
El tesón en la lucha por la justicia se antepone al bienestar personal, luchando por la dignidad en una batalla titánica donde el sacrificio es la consigna de las causas perdidas, solamente sobrellevada con el amor de unos padres hacia su hijo.
Las decisiones justas son el alimento del estado de derecho y el sueño conciliador de aquellos que la imparten, revertiendo en la sociedad el mensaje de que todavía queda algún reducto de moralidad, en un tiempo donde los héroes son ciudadanos anónimos que con su ejemplo alientan a otros a resistir ante las circunstancias adversas.