La política es el arma democrática de doble moral, que utiliza la opinión popular para sustentar el cargo y los pactos para mantener la estrategia, de engaño y manipulación. Sirviéndose de la democracia como instrumento jurídico, utilizando el lenguaje ambiguo con términos de derecho, para enmascarar las injusticias partidarias.
Edulcorando la mentira se consigue la verdad y tergiversando la verdad se convierte en mentira, ocultando en capas de retórica el fondo de la cuestión que alimenta el ego con falsa vanidad, propiciada desde las capas más humildes por ignorancia. Ciegos por falsas ideologías heredadas, adulteradas para crear futuro, volviendo a las formas de antaño pero con los métodos de ahora.
Las desigualdades sociales es el instrumento de la marginación utilizando a la ley como brazo ejecutor, arremetiendo y delimitando el status de los varones ocultos en los substratos sociales, que ejercen su influencia para garantizar el orden económico.
Sometiendo a vasallaje a los medios de comunicación se recortan derechos y se limitan las libertades, controlando el pensamiento que descentraliza la atención de la verdadera cuestión, con el objeto de dar capacidad de maniobra a los asuntos de estado.
La corrupción es el pago con dinero de las arcas para silenciar otras actuaciones y ocultar con un artificio de magia irregularidades económicas, vendiendo ante la justicia el eslabón más débil, saliendo indemne los verdaderos culpables que sustentan el poder de sus señores.
Delimitando el aprendizaje y obstaculizando el desarrollo cultural se mantiene la incultura ciudadana, caldo de cultivo de actos ilícitos para los partidarios del estado que se enriquecen a costa de sangrar sin pudor las cuentas públicas, empobreciendo el país para lucro personal.
Con el engrose del coste del material bélico se procede a la desviación de fondos a través de empresas colaboradoras, que facturan a precio superior material de segunda mano, elevando el coste final de un producto con precio cerrado.