La crueldad de la realidad diaria, nos enseña y marca nuestro carácter, fortaleciendo ante las adversidades. Dibujando nuestro futuro y enseñando a percibir las oportunidades, sabiendo aprovechar los embates del mundo para sobreponerse.
Con la necesidad aprendemos a ser agradecidos con lo que poseemos, apreciando la sencillez de la vida y a vivir con humildad, disfrutando en familia de una grata compañía. A sacar partido y agudizar el ingenio, pero sobre todo a convertir la pena en alegría, porque hemos tocado fondo.
La melancolía de la rutina y la tristeza del revés, enturbian el enfoque de futuros proyectos desgastando las relaciones familiares, endureciendo más los problemas. Tenemos que sobreponernos y buscar soluciones al problema, apoyando nuestros esfuerzos en las relaciones personales.
Hablar de los problemas y desconectar, ayuda a descargar la negatividad y a recargar la energía psíquica, que nos agota mental y físicamente.