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sábado, 7 de noviembre de 2009

Seres inalterables de piedra

La utilización de las runas como piedras de poder tiene una doble procedencia. Por un lado, el origen dramático de los druidas dentro del colectivo celta, por otro el contacto con los pueblos nórdicos de Europa.

En realidad, vemos que el espíritu humano está constantemente habitado por la idea que hay una llave, que el verbo nos ha sido dado para resolver su propio enigma y el del mundo.

Las runas, dentro del mundo celta, parecen ser un sistema de comunicación, posiblemente heredado de los vikingos que a su vez, lo recibieron de los pueblos siberianos.

La runa de piedra no es exactamente una runa, aunque muchos investigadores la relacionan con el símbolo veintidós, denominado Ing, que se relaciona con un héroe dios. Decimos que no es exactamente una runa, porque la posición que descubriremos seguidamente ha sido utilizada como postura de poder, con independencia de la rúnica, por culturas chamanicas y druidas.

Con esta postura profundizamos en la interiorización, nos replegamos sobre nuestro cuerpo, convirtiéndonos en el espíritu de la piedra y en este caso, en la dureza, la fuerza, la protección personificada. Somos piedras y como tales, aparentemente nos convertimos en seres inalterables.