El ser humano es el componente clave rige el funcionamiento de los ecosistemas naturales y de la biosfera. De nuestras intervenciones depende la integridad de la Tierra, y por ello, es imprescindible establecer una relación de respeto y armonía con el medio.
Nuestra sociedad debería encontrar una política coherente e integrada que apoye la utilización eficaz y evite el despilfarro de la energía. Esta política debería contemplar y promover otras formas de producción menos contaminante.
Cada uno de nosotros consume, en una hora, un promedio de tres con cinco Kilowatios de energía. Esta cantidad podría reducirse con bastante facilidad si las casas se calentaran y se aislaran de modo eficaz.
La mayor parte de nuestra vida transcurre bajo la luz artificial. La energía que utilizamos para iluminarnos proviene de la combustión de las centrales térmicas que contribuyen al efecto invernadero, o procede de las centrales nucleares que, por su gran peligrosidad, son rechazadas por la mayoría de la sociedad. Para reducir el gasto de electricidad debemos tomar como punto de partida nuestra casa, porque mejorando su iluminación, conseguiremos consumir menos energía y podremos disminuir su alto coste.