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lunes, 20 de julio de 2009

Más que palabras

La palabra es mitad de quien la pronuncia, mitad de quien la escucha, dejó escrito Michael de Montaigue. Las palabras nos pertenecen a ambas partes del diálogo cuando éste es sincero, cuando la escucha es atenta, cuando hay voluntad de encuentro. En ellos nos encontramos y por eso nos unen, nos llevan al intercambio, a la relación, al encuentro y así es como nos hacen ver, sentir y crecer.

Existen palabras que condensan experiencias, sentimientos, anhelos, incluso una vida: el nombre de la persona amada, el de los lugares de nuestra infancia, la canción que evoca recuerdos, la poesía que siempre nos acompaña, a la voz de nuestros afectos. En ocasiones, al escuchar palabras como hijo, amigo, padre, madre o especialmente el nombre propio del ser amado, se evoca y recrea un universo de recuerdos y emociones a veces más rico e intenso que la propia realidad cotidiana.

Hay palabras sencillas, inmediatas, adecuadas, amables, que son regalo. Expresadas desde la espontaneidad, su adiós, un gracias, un por favor, un requiero, pueden iluminar un momento, y en según qué circunstancias, ser el recuerdo que da también la vida.