El parque inmobiliario esta lleno de pisos en stock que no se venden porque su precio es demasiado elevado con respecto a los sueldos de los ciudadanos, gasto imposible de asumir con las actuales circunstancias económicas en las que esta sumido el país, aunque el Euribor este en el interés más bajo de su historia.
La firmeza de los promotores de mantener los precios impide el acceso a la vivienda en una complicada situación donde los gastos corrientes de las familias suben desproporcionadamente, medidas antisociales a las que contribuye la falta de escrúpulos a la hora de fijar los precios de las casas que están muy por encima del valor real de mercado y de la calidad del producto, deficitarios en la mayoría de los casos.
Trampa social que lastra las economías domésticas incapaces de asumir un gasto futurista al disponer de sueldos de hace treinta años a pesar de trabajar todos los miembros de la familia, alimentado por los bancos que prestan el dinero a interés variable y en condiciones volátiles, convirtiéndose en dueños de los hipotecados que viven por y para pagar.