La sanidad pública es un órgano social que se sustenta de los cotizantes los cuales tienen que salir del tejido productivo, la asignatura pendiente de un país incapaz de generar empleo y de gestionar con eficiencia los recursos, llevando al límite las prestaciones sociales. Un mal augurio que las clases dirigentes quieren solucionar con el copago, proporcionando parte de la sanidad a empresas privadas, gestionadas por los mismos que ahora trabajan para la Seguridad Social.
El sistema esta mal gestionado e incurre en errores que podrían precipitar la sanidad a la banca rota, un problema agravado con la universalización del servicio que colapsa los centros sanitarios, generando un gasto insostenible.
La solución más eficiente para administrar los recursos de la seguridad social es hacer un uso racional de los medios e impedir la estafa por parte de las empresas, las cuales utilizan los resquicios legales para cotizar lo menos posible por los trabajadores, aludiendo su responsabilidad que recae sobre el estado.