Existen cada vez más compañías telefónicas con multitud de ofertas y tarifas, donde los usuarios pueden elegir, adecuándose a sus exigencias. Por medio de los avances en las nuevas tecnologías que adecuan a la demanda de los clientes, para facilitar nuevas herramientas que les posibiliten el acceso a Internet, de forma rápida y eficiente.
Contenidos que no son fijos ni en sus términos ni en su cuantía, sujetos a las condiciones de la compañía y a las modificaciones que son especificadas en la letra pequeña del contrato, condicionando siempre a los consumidores que la única opción de la que disponen es de cambiar de servicio, compañía o la reclamación.
Tendría que hacerse contratos a determinados servicios que nunca se pudieran variar, si el cliente no lo quisiera. Pero si se tuviera que cambiar, siempre a la condición más ventajosa e informando previamente, de cuales van a ser esas condiciones.
Las compañías telefónicas cuando quieren ofrecer un nuevo producto que revierta en beneficios para la empresa, la información es facilitada por un comercial. Pero si por el contrario la reclamación la hace el usuario, es atendido por una locución, la cual dificulta la reclamación y desespera al cliente por falta de entendimiento o agilidad en el proceso.
En otras ocasiones la incidencia que se reclama no es subsanada de forma inmediata, pero el cliente tiene que seguir pagando por un servicio que no disfruta. Teniendo que hacer una reclamación, que al final no cobra y que ocasiona unos gastos, normalmente superior a la cantidad reclamada.