La leyenda sobre el origen de sus semillas cuenta que el primer té en semillas llegó a Japón de la mano del monje budista Dengyon Danhishi (año 805) que lo utilizaba para meditar y concentrarse según la tradición budista. Cinco años después, le ofreció una taza de su té al emperador, quien quedo prendado de su sabor y cualidades y ordenó que se cultivara la planta de cinco provincias cercanas a la capital. Cuando Japón se enfrentó a China años más tarde, el té perdió prestigio en el país hasta que el monje Eisai volvió a darle popularidad.
En España el té fue introducido por la reina Victoria Eugenia De Battenberg, esposa de Algonso XII e hija de la reina Victoria de Inglaterra. La aristocracia incorporó esta infusión a sus costumbres, trayendo consigo el fenómeno de los salones de té.