Borona, palabra que según el diccionario de la Real Academia Española dice que podría proceder tal vez del celta y que tiene por primera acepción al mijo: una planta de la familia de las Gramíneas, originaria de la India, con tallos de unos seis decímetros de longitud, hojas planas, largas y puntiagudas, y flores en panojas terminales, encorvadas en el ápice.
La semilla de esta planta es pequeña, redonda, brillante y su color varia entre el blanco y el amarillo.
El pan de boroña es amarillento, compacto y seco, con un sabor ligeramente dulce al final que se encuentra cubierto con hojas de berza o col, pero según me han contado también se usaba la hoja de la figuera (higuera), las cuales le dan un aspecto artesanal aunque es un producto semi-manufacturado.
También se encuentran bollos preñaos (bollos rellenos o de chorizo y tocino, también de tocino, jamón, chorizo y huevos cocidos).
Un alimento muy nutritivo y así como rico, una pequeña joya de la alimentación asturiana, ideal para acompañar a todo tipo de embutido o paté (por ejemplo de cabracho), así como sidra o vino de la tierra.