En época de crisis existen restaurantes como la Flor de Galicia que sobreviven por el empeño que ponen todos sus trabajadores para ofrecer un servicio personalizado con un precio en consecuencia a los tiempos que transcurren, comida casera elaborada de forma tradicional adorna los platos con materias primas de calidad, listos para degustar en una atmósfera acogedora.
La ubicación recogida del local con una entrada modesta muestra un negocio familiar que trata a cada cliente con sencillez sin descuidar los detalles tan necesarios para hacer sentir al comensal a gusto, trato que pone de manifiesto desde el primer momento que se entra la gentileza del personal, profesional, atento y afable.
La distribución del local en diferentes zonas y alturas permite a los clientes elegir si prefieren estar a la vista o por el contrario tener más intimidad, elección que permite disfrutar de amplitud y recogimiento en función de cada momento sin tener que cambiar de establecimiento, decorado con gusto y candidez.