La rabia es fuego que quema las entrañas y fomenta la agresividad alimentada por el odio, atormentando el alma con pensamientos de culpa, sin dejar pasar página para seguir adelante. Sentimiento que va creciendo descontroladamente y lleva sin remedio a la autodestrucción.
El amor es el único antídoto en contra de las locuras, acto de rebeldía antes de encontrar la identidad perdida, camino que conduce a la estabilidad emocional al poner por encima de los caprichos personales a la otra persona; cuando no ocurre, la oportunidad se desvanece y los caminos se bifurcan.
Los chicos dejan rienda a los instintos, mientras las chicas son llevadas por los sentimientos, combinación que funciona en la época de rebeldía juvenil. Con el paso del tiempo los sentimientos son sustituidos por sensatez y madurez, estabilidad necesaria para formar una familia, recordando las experiencias adolescentes como bonitos recuerdos de una época donde se dejaron rienda suelta a los deseos.