La situación económica que soporta al país se ceba con los autónomos, los cuales ven como descienden las ventas y aumentan los pagos, teniendo muchos que cesar su actividad en el peor de los casos. En otros reducen personal y buscan alternativas para suprimir gastos.
Algunos establecimientos están optando por cobrar en efectivo y así reducir las elevadas comisiones que generan las tarjetas de débito, asociarse para tener precios más competitivos e incluso reducir el gasto de la luz acortando el horario de apertura.
Negocios consolidados cierran sus puertas después de años de actividad empujando a sus propietarios a traspasar el local y a jubilarse, en el mejor de los casos, llenando las calles de carteles y escaparates vacíos. Engullidos por las grandes superficies que con ofertas, descuentos y regalos sortean las crisis, mientras las tiendas de barrio desaparecen.