La expresión artística se abre camino entre el continuo ajetreo de la vida en la metrópoli en busca de espacios que transgredir, con elementos inocuos que rompan la estética y formen escenas insólitas que dejen perplejo al transeúnte que de forma inesperada disfruta del arte callejero, rodeado del gris cemento.
La acera deja de ser un espacio de paso para convertirse en un improvisado lienzo ante las escépticas miradas que ven como el liso pavimento adquiere relieve, dando perspectiva al plano horizontal que de forma realista adquiere dimensión, sorprendiendo a la vista.
El realismo de la esculpida ilustración muestra con gran detalle todo tipo de creaciones que con gran ingenio retratan de forma impactante, alterando el frío paisaje urbanístico y la indiferencia cotidiana, con paradojas visuales.