La reducción del consumo de combustibles fósiles por energías alternativas es una necesidad imperativa que se esta posponiendo, en aras de otros intereses, ignorando la urgencia de ir adoptando las medidas que faciliten la reconversión del sector energético.
Libia supone el uno con cinco millones de barriles al día, menos del dos por ciento de la producción mundial, aunque su crudo de alta calidad es difícil de remplazar. Esto pone en serios aprietos a las economías, que aunque disponen de otras fuentes de abastecimiento, ven como la especulación dispara el barril de Brent a precios históricos.
La falta de previsión del gobierno, la endeble situación económica del país y la mala gestión de los recursos energéticos, hacen que el conflicto de Libia se convierta en una crisis nacional. Avalada por la escalada de precios, la llamada en televisión del ejecutivo de utilizar los recursos energéticos con moderación, la reducción del límite de velocidad en las autovías en ciento diez kilometros por hora y del cinco por ciento en las tarifas de Renfe en media y corta distancia.