La curiosidad es el motor de arranque del aprendizaje, apelando al comportamiento inquisitivo los seres humanos desarrollan técnicas propias, para adquirir nuevas cualidades que utilizarán en función de su vida o profesión.
El aprendizaje es individual y personal, y se desarrolla de forma independiente, alimentando la curiosidad en función de gustos y preferencias. Esto facilita que cada uno tenga predisposiciones diferentes para desarrollar unas u otras cualidades, sobresaliendo en un área o disciplina.
Las técnicas convencionales de aprendizaje desmotivan la curiosidad suprimiendo la creatividad, enfocando los conocimientos a un plan de estudio rígidamente instaurado y linealmente ejecutado, no motivando al estudiante.
Los alumnos son estudiantes, no aprendices, por lo tanto estudian y no aprenden. Adquiriendo de forma mecánica el hábito de estudiar y no aprendiendo de forma natural, teniendo como consecuencia la perdida de conocimientos.